Con el partido frente a la República Checa, Xavi Hernández se convierte en centenario con la camiseta de la selección española. ¿Qué retos le faltan al catalán?
Poco más de diez años después de su debut, Xavi Hernández alcanza la cifra de 100 partidos defendiendo la camiseta de la selección española. En aquella ocasión, perdió ante Holanda en Sevilla. Ahora ha podido celebrar el centenario, también en tierras andaluzas, con una victoria sobre la República Checa, jugando de titular.
Ya solo tiene tres jugadores por delante: Zubizarreta, con 126; Casillas, con 117; y Raúl, con 102. Por lo tanto, en breve entrará en ese ránking de los tres jugadores con más partidos. Además, se da la curiosa casualidad de que es el único que llega a dicha cifra sin lucir el brazalete. "Estoy muy contento por llegar y tengo muchas ganas de seguir", manifestó después del partido. ¿Cuántos partidos logrará jugar? ¿Alcanzará a Zubi?
Iniesta y Villa le solucionaron un problema de cuidado a España, que remontó contra los checos con dos goles del 7 y la dirección de Iniesta, un futbolista maravilloso. La República Checa, antítesis de la selección que maravilló a Europa con su fútbol atrevido no hace demasiado, marcó en Los Cármenes en su único disparo a portería y le complicó la existencia a La Roja, que se levantó cuando le vinieron mal dadas. Fue una muestra de orgullo nacional encabezado por dos patriotas que son historia viva de la selección.
Del carro español tiraron Villa e Iniesta, de ese carro del que tiró Raúl hace tiempo, al que superó El 'Guaje' en Granada. Villa hizo los dos tantos y superó a Raúl como máximo goleador de la historia de la selección española. El 7 de hoy se quedó solo en el trono. Iniesta, que siempre formará parte de nuestra vida tras ese remate en Sudáfrica que nos elevó a los cielos, conectó con Villa para derrotar a los checos, que plantaron el autobús delante de Cech y atascaron el fútbol de España, que no apretó el acelerador. Cuando España titubeó siempre tuvo a Iniesta, que es más claro que nadie. Dio la cara para partírsela a los checos con la colaboración de Villa, rematador insaciable. El de Fuentelbilla fue el origen de todo, el que asistió en el 1-1, al que le hicieron el penalti del 2-1, la luz en la oscuridad y no por su blanca piel.
Villa celebrando el 2-1
La República Checa dio los pasos en Granada pendiente de España. Se movió siguiendo la sombra de los locales y nos planteó una película que hemos visto muchas veces. Los de Bilek fueron multitud en su campo y no les hizo falta ni defender bien. España no encontró demasiados huecos y, cuando los encontró, se topó con Peter Cech, un guardameta con casco que pareció un gigante hasta que David acabó con él con una piedra lanzada desde su honda.
Hasta entonces, a España le faltaron muchas cosas. La Roja facilitó la labor ultradefensiva de los checos. Los nuestros tuvieron el balón, pero no plasmaron en el terreno de juego lo que tenían en la cabeza. Faltó velocidad y sobró precipitación. Lo mejor de España salió de las botas de Iniesta, que engañó arrancando desde la izquierda y apareciendo por todos los sitios, y de Villa, que remató dos buenos centros de Arbeloa, obligando a Cech a demostrar que ser alto no te impide responder rápido y cerca del suelo .
A la media hora, cuando nadie contaba con ello, Plasil confió en sí mismo. El ex de Osasuna sorprendió incluso a su propio equipo, que nunca más miró a Casillas. El checo soltó un latigazo con la izquierda y sacudió a Iker, que no pudo sacar un disparo que lo tuvo casi todo: colocación y potencia.
Del Bosque movió ficha tras el descanso. Entró Fernando Torres, aunque su presencia fue un cero a la izquierda, se marchó Xabi Alonso y no jugó Llorente, león al que le venía la situación como anillo al dedo. Siguió Navas en el campo, capturado por Kadlec, y más tarde apareció en escena Cazorla. Se marchó Capdevila porque sobraban defensas. Así fue evolucionando la campeona del mundo.
España asfixió a los checos, avisó y cumplió sus amenazas de la mano de Iniesta y con el martillo pilón de David Villa, que golpeó con la izquierda y, poco después, con la derecha desde el punto de penalti para poner a La Roja en su sitio. Partidos así no los ganamos contra Estados Unidos o Suiza. La defensa de la Eurocopa está más cerca.